6 de septiembre de 2022
La sacroileítis es una enfermedad en la que la articulación sacroilíaca, también conocida como articulación SI, se inflama. La articulación sacroilíaca está situada entre el hueso ilíaco de la pelvis y el sacro. Conecta el lado derecho y el izquierdo de la pelvis. La sacroileítis provoca dolor y rigidez en la región pélvica. Si no se trata, puede provocar complicaciones a largo plazo, como artritis, espondilolistesis e incluso erosión del canal espinal. Acuda cuanto antes de Osteopatía Sevilla para comenzar su tratamiento. En este artículo, hablaremos de los diversos factores que pueden contribuir a desarrollar una sacroileítis, así como de las diferentes opciones de tratamiento que pueden ayudar a controlar los síntomas.
La articulación sacroilíaca es una articulación que une los lados derecho e izquierdo de la pelvis. Está formada por el sacro, que es el hueso triangular que se encuentra en la base de la columna vertebral, y los dos ilíacos, que son los huesos que conforman la parte delantera de la pelvis. La articulación SI es una articulación fuerte y flexible, capaz de una amplia gama de movimientos. La articulación está rodeada por una cápsula articular que contiene ligamentos y tejido conectivo. La articulación está lubricada por una pequeña cantidad de líquido sinovial. La articulación también está inervada, lo que le permite ser sensible al tacto.
– Exceso de peso: Llevar una cantidad excesiva de peso puede ejercer presión sobre la articulación sacroilíaca. Esto puede conducir a un uso excesivo de la articulación, lo que hace que se inflame. – Problemas estructurales en el cuerpo: Algunas personas pueden ser más propensas a desarrollar sacroiléitis debido a la forma de sus huesos. Por ejemplo, las personas cuyos huesos pélvicos tienen forma de «S» son más propensas a desarrollar sacroileítis que las personas cuyos huesos tienen forma de «C». – Artritis inflamatoria: Las personas que tienen artritis inflamatoria, como la espondilitis anquilosante, son más propensas a desarrollar sacroileítis que las personas que no tienen artritis. – Tener una lesión previa: Las lesiones en la articulación sacroilíaca, como un esguince o una fractura, pueden provocar un mayor riesgo de desarrollar sacroileítis más adelante. – Tener una fusión articular: Las personas que se han sometido a una cirugía de fusión articular, como en la rodilla o el tobillo, pueden desarrollar sacroileítis debido a la disminución de la movilidad de los huesos.
Hay un par de causas posibles de la sacroileítis, entre ellas la inflamación, la degeneración y los traumatismos.
– Inflamación: La inflamación de la articulación sacroilíaca puede estar causada por una infección en la articulación tras una lesión. Pero también puede provenir de una enfermedad autoinmune, como la espondilitis anquilosante o la artritis psoriásica. En estos casos, el sistema inmunitario del cuerpo ataca por error la articulación, provocando la inflamación.
– Degeneración: La articulación SI puede ser susceptible de degeneración. A medida que las personas envejecen, los tejidos que rodean la articulación comienzan a desgastarse. Esto puede conducir a la degeneración de la articulación y al dolor.
– Traumatismos: Una lesión traumática en la articulación SI puede hacer que la articulación se inflame. Esto es especialmente cierto si los ligamentos de la articulación se han estirado o desgarrado durante la lesión.
– Dolor: Las personas con sacroileítis leve pueden experimentar sólo algún dolor ocasional en la articulación SI. Sin embargo, las personas con sacroileítis moderada o grave suelen experimentar un dolor de moderado a intenso en la articulación, que a veces puede ser debilitante.
– Rigidez: La articulación puede sentirse rígida y difícil de mover.
– Urgencia: Algunas personas pueden experimentar urgencia urinaria, lo que significa que tienen que orinar con frecuencia a lo largo del día.
– Dolor lumbar: Si la articulación SI está sometida a tensión, puede ejercer una presión adicional sobre la columna lumbar, provocando dolor de espalda.
– Limitación del movimiento de la columna vertebral: Si la articulación SI está muy inflamada, puede provocar la fusión de la articulación y la estenosis espinal, lo que puede hacer que el canal espinal se estreche y atrape los nervios. Esto puede provocar dolor en las piernas y dificultad para caminar.
Normalmente, el médico diagnosticará la sacroileítis basándose en los síntomas y los resultados de una exploración. Preguntará sobre los niveles de dolor, los síntomas y el historial médico del paciente. En algunos casos, el médico puede recomendar la realización de radiografías o una resonancia magnética para descartar otras causas de dolor lumbar, como una hernia discal. El médico puede recomendar una resonancia magnética para descartar otras causas de lumbalgia. También puede recomendar una radiografía para descartar una fractura.
La intervención temprana es clave para controlar los síntomas de la sacroileítis. Para ayudar a controlar la inflamación y el dolor, el médico puede recomendar un programa de antiinflamatorios no esteroideos (AINE) u opioides. Si los AINE no funcionan o no son adecuados, los opioides pueden ser una opción. La cirugía puede ser una opción en casos graves. La fisioterapia es una opción de tratamiento comúnmente utilizada para las personas con sacroiléitis. Los fisioterapeutas utilizan técnicas de terapia manual para controlar el dolor y la inflamación en la articulación SI. También pueden recomendar un programa de entrenamiento para mejorar la fuerza y la movilidad de los músculos circundantes. La fisioterapia puede ser útil para controlar el dolor y la rigidez de la articulación SI. Los pacientes pueden beneficiarse de los siguientes enfoques: – Modificación de las actividades de la vida diaria: Los pacientes con sacroileítis pueden beneficiarse de un programa de ejercicios modificado, ya que la actividad vigorosa puede empeorar sus síntomas. – Ejercicios de estiramiento: Los ejercicios de estiramiento pueden ayudar a mejorar la movilidad de los músculos de la articulación sacroilíaca para reducir el dolor. – Ejercicios de fortalecimiento muscular: Los ejercicios pueden ser útiles para controlar el dolor y aumentar la movilidad de la articulación SI. – Modificación del calzado: Los pacientes con sacroileítis pueden beneficiarse de las plantillas ortopédicas en su calzado y de otros dispositivos de ayuda. – Utilizar una almohada de apoyo lumbar: Los pacientes con sacroileítis pueden beneficiarse del uso de una almohada de apoyo lumbar al sentarse.
Las intervenciones de fisioterapia no tienen por qué doler. Si un paciente experimenta dolor durante un determinado tratamiento, debe informar a su terapeuta para que pueda ajustar el tratamiento o proporcionarle consejos adicionales sobre cómo modificar el ejercicio. Algunos pacientes pueden experimentar una leve molestia durante un tratamiento. En general, los pacientes deben seguir las recomendaciones de su médico en cuanto al tratamiento. Si un paciente no está seguro de qué tratamiento debe seguir, debe consultar a su médico para que le aconseje.
La sacroileítis no tiene cura. Pero los síntomas pueden controlarse con el tratamiento adecuado. Los pacientes con sacroileítis leve pueden necesitar sólo aplicar calor y descansar la articulación para controlar el dolor. Los pacientes con sacroileítis de moderada a grave pueden necesitar aplicar calor y reposo, así como utilizar medicamentos como los AINE o los opiáceos. Los pacientes con sacroileítis grave también pueden necesitar aplicar frío, aplicar una venda elástica o participar en un programa de ejercicio supervisado. Sólo un médico puede determinar el mejor enfoque de tratamiento para cada paciente. Los pacientes deben asegurarse de seguir al pie de la letra las recomendaciones del médico para poder experimentar una recuperación completa y rápida.
José Ramón Rodríguez Aranda, osteópata y fisioterapeuta con amplia experiencia, dirige la Clínica de Osteopatía y Fisioterapia Rodríguez Aranda, avalada por su trayectoria en el sector de la salud. Es Licenciado en Osteopatía y Diplomado en Fisioterapia por prestigiosas universidades, y cuenta con certificaciones y formación continua en diversas técnicas y áreas de la fisioterapia. También está registrado en el Registro de Osteópatas de España, el General Ostheopathic Council de Londres y el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Andalucía.
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